Con su intenso color negro volcánico, la Playa de Punta Brava es una de las más extensas y tranquilas de Puerto de la Cruz, al oeste de Tenerife. Situada a los pies del barrio pesquero homónimo y cobijada por las laderas del Valle de la Orotava, esta costa combina vistas panorámicas al Teide y un mar abierto ideal para quienes buscan naturaleza y autenticidad. A continuación te mostramos sus rincones más interesantes y los servicios que facilitan la experiencia del visitante.
Las panorámicas dejan claro por qué esta playa atrae tanto a residentes como a viajeros: la arena basáltica crea un contraste vibrante con el azul del Atlántico y las fachadas multicolores del casco antiguo, mientras el Teide asoma majestuoso en los días despejados.
En la esquina norte, un charco natural ofrece aguas más calmadas y poco profundas, perfectas para familias con niños o para quienes prefieren chapotear lejos del oleaje más fuerte de mar abierto.
La playa cuenta con baños adaptados, duchas, papeleras de reciclaje, torre de vigilancia y cartelería que advierte sobre corrientes y normas (por ejemplo la prohibición de perros). Estos elementos garantizan una visita segura y cómoda, además de reforzar el compromiso con la limpieza y la accesibilidad.
Pasear por las calles adyacentes revela murales y detalles artísticos como esta “colita de sirena”, símbolo del vínculo del vecindario con el mar. Un plus fotogénico que completa la experiencia de visitar Punta Brava.
La Playa de Punta Brava fusiona la esencia volcánica del norte de Tenerife con servicios modernos y un ambiente local genuino. Tanto si planeas surfear, tomar el sol o simplemente contemplar las olas frente al Teide, este arenal te brinda toda la comodidad necesaria para una jornada perfecta junto al mar.